: El ratón


Nombre*:Mercedes
Género*:Microrrelato
Título*:El ratón
:Tenía un ratón viviendo en mi habitación. Hace días escuchaba ruidos extraños rascando en las esquinas, me temía que no fuera un eso. Ahora estoy tranquila. Papá azotó el palo del escobillón contra los vértices angulares de las paredes, que amortiguaban el golpe con el peludo y redondo cuerpecillo del animal, mientras salpicaba de sangre a las orillas, hasta que su último chillido se escuchó. Mamá gritó tanto que nos hizo sentir cual homicidas desquiciados, pero igual de aterrados que el pequeño roedor. El silencio se apoderó por completo de mi habitación, imposible dejar de mirar al cadáver ya sin respiración, pero al parecer nadie más en la estancia respiraba, los ojos se desorbitaban y después de un momento me miraban. Papá estiro con la mano el escobillón y me lo entregó ahora con breves manchas color marrón. Mamá atravesaba la puerta con cara de angustia mezclado con el asco que provoca el dolor, papá siguió detrás de ella. Eran las 23 horas y 30 minutos, muy tarde para estar despierto observando de frente un peludo sin movimiento y con un escobillón que me inculpaba del crimen, y yo, en pausada posición. Mi cerebro no correspondía a la siguiente acción que debía hacer. Pero quién podría dormir con semejante compañía de habitación, el silencio se disolvió y mientras ponía en cuerpecillo en una bolsa sobre un recogedor, los ruidillos chillones también se disolvían en la memoria de un momento que no hace mucho acababa de ocurrir. Se mezclaban con las voces de mamá y los golpeteos de papá, y en ese momento creo que todo lo absorbí con mis pasmos y estáticas impresiones, y ahora jugueteaban todos aquellos ruidos absorbidos mientras crujía el plástico del sobre que fungía como sarcófago del roedor. Lo arrojé por la ventana cerca del barranco y los maullidos de gato lo atraparon mientras yo me despedí.
Pero las manchas y las gotas visuales volvían a producir sonidos. Cada color provocaba un sonido quedó y ensordecedor. El rojo intenso: el chillido exangüe del ratón, y las de color marrón: se secaban ahogando el grito de terror que mamá expulso. Mientras coloco agua y jabón para intentar limpiar el ruido de la habitación y dejar el silencio encarecedor que necesito. Pero al terminar lo más difícil será colocar la mezcla química en los adentros del de la gesticulación, para limpiar el cerebro y su parte de grabación.



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