: Recuerdo de un Idilio Carmesí entre Dos Dragones PARTE V

Nombre*:ROXY TRECE
Género*:Romántico
Título*:Recuerdo de un Idilio Carmesí entre Dos Dragones PARTE V
Cuento:
La luz del sol se reflejaba en el agua iluminando la pequeña cueva donde Ian reposaba tranquilamente. Él abrió lentamente los ojos para ajustarlos a la cantidad de luz que entraba. Viendo el húmedo techo de la cueva intentó recordar lo último que había pasado. Giró la cabeza en busca de alguien, sin embargo se encontró solo. Ivy no estaba. Intentó incorporarse pero un fuerte estremecimiento recorrió todo su cuerpo dejándolo inmóvil. Era como si un rayo le hubiera caído.
-No te muevas. Aun no asimilas bien el poder.-dijo Ivy que se encontraba frente a la cortina de agua de la entrada, con su forma gatuna.
-¿Dónde estabas? ¿Qué pasó?-le preguntó de inmediato.
-La sesión de transferencia de poder terminó. Ahora tu cuerpo está tratando de asimilarlo.
-Siento como si me hubieran arrollado. Es un poder muy denso. ¿Cómo pudiste soportarlo todo este tiempo?
Ivy, se acercó a su lado.
-Solo mantenía como contenedor. No podía hacer uso de él. Es una de las características especiales de mi familia.
-¿De tu familia?
-Sí. Unos genes de las mujeres de mi familia contienes un poder que no puede ser utilizado pero si transferido. La condición para que pudiéramos pertenecer a la nobleza fue para que transfiriéramos ese poder a los herederos del trono. Ése era mi deber.
-Así que por eso fue por lo que acordaron el matrimonio arreglado.
-Sí.
-¿Por qué no le diste este poder a Iván?
Ivy no podía responder esa pregunta a la ligera. Había muchos sentimientos comprendidos dentro de esa respuesta.
-Eso es un secreto.
-Incluso si dices eso, no puedo evitar sentir curiosidad. ¿Algún día me lo contarás?
-Cuando aprendas a controlarlo, tal vez te lo diga.
-Es una promesa.
Ian volvió a recostarse. Ivy se recostó en su pecho, resguardando su sueño. Tiempo atrás había enterrado esos sentimientos en lo más oscuro de su corazón para que no fueran encontrados, pero ahora que las circunstancias habían cambiado era inevitable soñar con un futuro que hace tiempo le fue quitado.
En el campamento, Lyon se hacía cargo de todo para que Ian pudiera concentrarse en su entrenamiento. Aun no lo veía llegar pero podía sentir su aura con una densidad que nunca había sentido, era una presencia que paralizaba a los débiles. Ivy no bromeaba con el poder que podía hacer frente al emperador Iván. La victoria ya no era un sueño inalcanzable.
Lyon ayudó a Ian a recostarse en el catre de su tienda. Al día siguiente, Ivy le enseñaría a controlar su nuevo poder. Lyon salió con Ivy para hablar.
-Te importaría adoptar la forma de dos piernas. Quisiera hablar contigo, me siento incómodo hacerlo con un gato.
Ivy se cubrió antes de obedecer la petición.
-Drack, perdón Ian ¿estará bien?
-Él es fuerte, podrá hacerlo.
-Gracias por ayudarnos a derrocar a tu esposo.
-Ya no estamos casados. Él se deshizo de mí. Además siempre estuve en desacuerdo con sus ideales.
-Ojala lo demás nobles fueran como tú. Así las cosas serían más fáciles.
-Ellos no pueden hacer eso por el "derecho divino" que Ian tiene sobre ellos.
-¿Cuál derecho divino?
-Es una formalidad que los nobles deben hacer para el emperador. Le dan a beber un poco de sangre a él como señal de lealtad y completa confianza. Así el emperador, puede emitir sus resoluciones sin el temor de que alguien le contradiga, sin importar qué todos estarán de su lado.
-Eso suena como a esclavismo. No les permite a los demás opinar libremente.
-Es porque el que ocupa el puesto de emperador es sabio y corazón puro, siempre beneficiará a su pueblo. Es por ello que todos le dan confianza ciega. Sin embargo Iván se vio mal influenciado y sus ideas se volvieron equivocadas.
-¿A qué se debe su mala influencia?
-No estoy segura, quizás fue el incidente de la muerte de su hermana por ladrones híbridos.
-Debes ser muy fuerte para no inclinarte ante él por ese "derecho divino".
-Yo no soy fuerte, nunca le di a beber mi sangre. El que sí es fuerte es Ian, quebrantó ese derecho con únicamente su voluntad, no he conocido a nadie que lo haya logrado antes.
-¿Por qué te casaste con alguien como el emperador Iván?
-Fue por conveniencia. Un matrimonio arreglado que beneficiaría a mi familia.
-¿Lo amabas?
-Toda mi infancia, me educaron para ser la prefecta esposa de él. Realmente era difícil saber si lo hacía por gusto o porque me obligaban.
-Ahora que ya estás lejos de él, ¿qué piensas?
-Es alguien que me despojó de mi familia, mi hogar, mi título, incluso mi nombre cuando reñí con él. Alguien que sin importar las cosas que me hizo aun considero mi amigo por los buenos tiempos que pasé con él. Y precisamente porque es mi amigo lo detendré por su bien.
-Me alegra escucharlo. Creí que quizá nos estabas usando para cobrar venganza contra él. Es bueno saber que no es así. Buenas noches.
-Buenas noches.
Lyon se retiró mientras Ivy regresó a forma de gato. Se encontraba exhausta por el poder que había consumido. Debía descansar dado que aún le faltaba para completar con la tarea que se le había encomendado.
Ian se había quedado despierto escuchando atento la conversación de Ivy y Lyon. Había olvidado cuando estaba al servicio de Iván. Viejas y dolorosas memorias revivían al cerrar sus ojos. No obstante, esta vez apareció una imagen de cuando estaba en la cueva. No podía asegurar si era una memoria o una ilusión. Ivy en su forma humano lo sostenía en un abrazo. Eso trajo a su mente una escena que consideraba perdida en el mar que es su memoria. Un recuerdo de su infancia. A los tiempos en los que vivía en los territorios del palacio donde reinaba la familia de Iván.
Un día lluvioso la princesa Ivy hizo una rabieta y huyó hacia la vereda que hacía de frontera entre el jardín real y el bosque. Estuvieron buscándola por horas sin éxito. Ian se negaba a abandonar su búsqueda hasta que dentro de un nicho cubierto de hojas, vio acurrucada a la princesa.
Como bien le habían enseñado debía de protegerla a toda costa, así que la cubrió con su chaqueta, convenciéndola de abandonar su escondite. Sin embargo, ella se negaba. Sin importar lo que le dijera no podía hacerla cambiar de opinión. Entonces le ofreció un trato, si ella regresaba al castillo, él haría lo que fuera por ella. Eso pareció levantarle el ánimo, y con una sonrisa traviesa le pidió un beso en los labios. Era de esperarse que Ian se sonrojara ante tal petición, pero si era para llevarla a salvo devuelta al palacio, accedería.
Un pequeño e inocente beso infantil, que quedó grabado en la fría lluvia de ese día. Un beso que careció de importancia después del severo castigo cuando lo vieron llegar sosteniendo la mano de la princesa. A partir de ese día ninguno de los dos volvió a mencionar el tema, por lo que quedó olvidado en el pasado.
Aunque ahora resurgía en la memoria de Ian debido a lo que experimentó en esa cueva. Él no lo entendía por qué ese abrazo produjo la misma sensación que con ese pequeño beso. Una sensación de calidez instantánea que recorría su cuerpo.
Ian decidió sacudirse esas emociones. Debía de concentrarse en su entrenamiento. Después de todo, aquello solo había sido un juego de niños. No era algo con importancia pero no podía sacarlo de su cabeza con facilidad.
Un nuevo día llegó, Ian pudo levantarse sin dificultad o algún tipo de dolencia. Su cuerpo ya había asimilado su nuevo poder. Después de comer algo, fue en busca de Ivy. Necesitaba saber que era lo que continuaba.
-¿No lo había dicho ya? Mi ayuda consistía en darte el poder. De ti depende el que puedas derrotar a Iván. Debes ejercitar tu cuerpo y poner a prueba tus nuevos límites.-le respondió Ivy.
-No podrías darme aunque sea una pista de cómo usarlo al cien por ciento.
-Lo siento, quisiera hacerlo pero ni siquiera lo sé. Recuerda que yo no podía usarlo además de que es la primera vez que me pasa esto.
Ian comprendió que esto solo dependía de él. Así que se fue para entrenar un poco. Ivy, en forma de gato, lo acompañaba silenciosamente a donde fuera. Aunque se mantenía a una distancia prudente para no interferir.
Por los pensamientos de la noche anterior, Ian prestaba demasiada atención a los movimientos de Ivy, en los días que continuaron. Su cercanía le parecía abrumadora. El mínimo contacto entre sus manos era incómodo para Ian. Necesitaba distanciarse un poco de ella o tendría a mal interpretarla. Porque solo eran amigos de la infancia, una princesa y su caballero, al menos eso pensaba Ian.
Un día, mientras Ian se ejercitaba, una explosión en una mina abandonada cerca del campamento tuvo lugar. Debían detener el fuego antes de que los alcanzara, evitando a toda costa de que se delatara su ubicación. Ian junto con Lyon y otros se encargaron de contener las llamas. Asegurándose de que no hubiera heridos, pudieron apagar el fuego exitosamente.
Al revisar las posibles causas del desventurado accidente, Ian se vio en medio de un derrumbe dentro de la cueva. Los demás ocupados no pudieron predecir eso, ni mucho menos alcanzar a Ian. Creyeron que había quedado atrapado debajo, así que fueron a ayudar de inmediato. Entonces una voz proveniente de una esquina alejada de la zona de desastre, atrajo su atención.
Era Ivy.
Ella había empujado a Ian fuera de las rocas. A pesar de esa buena suerte, Ian resultó lastimado de las costillas por la caída. Lyon coordinó a todos para retirarse. Juntos regresaron al campamento para tratar las heridas de su líder.
Ivy, en su forma de dos piernas, se mantuvo a su lado asegurándose de que el daño no fuera grave. Una vez que fue atendido, Ian habló.
-¡¿Por qué fuiste ahí?!- reclamó a Ivy en cuanto se encontraron solos.- ¡Fue muy peligroso!
¡¿Por qué te molestas conmigo?! Tú eras quien estaba en peligro.-respondió ella, sorprendida por la reacción que había tomado.-No podía dejarte ahí, pudiste haber muerto.
-¡No soy tan débil como crees! Deja de ser tan imprudente. Pudiste haberte lastimado.
-¿Y qué si así hubiera sido? Ya no soy una niña a la cual debes proteger.
-Mi juramento hubiese quedado roto. ¡No lo vuelvas a hacer!
-No me importa, aunque no quieras, yo te ayudaré tantas veces sean necesarias. Protegeré siempre lo que amo.
-Pero yo no te amo.
Crueles palabras que Ian mencionó sin darse cuenta de su significado. Quería desdecirse pero ya era tarde. En cuanto fueron pronunciadas parecieron romper algo más que solo el ritmo de la conversación.
El silencio frío los dominó, seguido de un esquivo de miradas y la pronta retirada de uno de ellos fue lo que marcó un fin para una amistosa relación. Ivy sabía bien que sus sentimientos por Ian no eran correspondidos y aun así se aventuró confesándolo, aunque conocía la respuesta que daría él, escucharla de su boca lo hacía más real.
Por otro lado, Ian no podía permitirse una relación de ese tipo con la persona a la que le serviría. A pesar de que a ella le fue arrebatado su título, él la seguiría tratando como tal. Fue algo que había jurado hacía mucho tiempo y desde entonces empezó a verla como una hermana pequeña a la que debería de proteger. Incluso si ahora ella se le confesaba no podría verla como mujer. Es por ello que le incomodaba la cercanía que Ivy tenía con él últimamente. Lo hacía faltar a su juramento.

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