: La crónica del futbolista

Nombre*:Trece Cabrera
Género*:Histórico
Título*:La crónica del futbolista
Cuento:
Puedo empezar por el principio, aunque en estos momentos no estoy muy segura de cuál es el principio de toda esta historia.

El partido del sábado estuvo increíble, el América le ganó a las Chivas 1-0. Así que me debes 200 pesos.

Yo te dije que no apostaras Marcelo, el América tiene una mejor alineación que las Chivas, los jugadores tienen mejor condición, la dirección técnica sabe como sacarle provecho a lo que tiene, el América es superior a las Chivas por mucho, pero es imposible convencerte, eres terco y cuando algo se te mete en la cabeza nadie te puede hacer cambiar de opinión, típico de los seguidores de "El Chicharito".

Igual, apostar contigo no tiene mucho chiste, siempre que apostamos no me pagas nada y me terminas invitando el almuerzo o algo así, y terminas diciendo tu típica frase: "No te emociones "aguilita" que eso solo fue suerte." Puedo decirte que eso nunca me ha molestado y a pesar de que eres muy fastidioso te he tomado cariño.

¿Puedes creerlo? todos en la escuela dicen que soy una heroína, es muy cómico, el director me pidió que recibiera un premio en una ceremonia para honrar mi "actitud heroica". Sin pensarlo mucho lo he rechazado, no voy a formar parte de algo tan vergonzoso y ridículo como eso. Seguro a ti te parecería chistoso verme hacer alguna de esas tonterías, siempre te ha gustado ver cómo me humillo en público. Te diré un secreto: me he dado cuenta de que casi no sonríes y me gusta ver como te ríes de mí, no me importa que tenga que hacer muchas idioteces con tal de saber que estás sonriendo gracias a mí. Creo que ya va siendo hora de que lo admita. Llevo callada mucho tiempo y tengo miedo de que tú nunca lo sepas. Estoy segura de que no tienes ni la menor idea de lo que te voy a decir, siempre has sido un completo fracaso en este tipo de cosas.

Recuerdo muy bien el día en que nos conocimos, seguro tú no lo recuerdas porque eres bastante lento para recordar, me acuerdo de que llevabas una playera verde de la selección con el número 10 en la espalda, me acuerdo de que tus tenis eran negros y de tu cabello de enorme algodón de azúcar. ¡No te imaginas la imagen de brócoli andante que tenías!. Tú fuiste el que anotó el gol del desempate, me emocioné tanto que empecé a gritar desde donde estaba, incluso le tiré encima el helado a una amiga, tú volteaste hacía donde estábamos y me miraste. Fue entonces cuando me di cuenta.

Ese día tampoco sonreías, cuando me presentaron contigo recuerdo que me miraste, tus ojos estuvieron sobre mí un largo rato, eso es algo muy particular de ti, tu mirada. Nunca en mi vida había visto una mirada como la tuya, es el método más eficaz que tienes para confundir a la gente, o por lo menos conmigo lo lograste.

Tú sabes que el fútbol es mi vida, ambos somos futbolistas, sé lo que es entregarse en cuerpo y alma al deporte, tal vez esa es la razón de que nos llevemos tan bien, y quizás esa también sea la razón por la cual me duele tanto todo lo que ha pasado.

¿Te das cuenta de la mala jugada que nos ha hecho el destino?, yo tampoco me lo esperaba, así que no pongas esa cara. Las últimas 3 semanas he estado pensando mucho en lo que tengo que hacer, no he dormido muy bien y casi todas las tardes me pongo a llorar. ¿Viste? las lágrimas ya están empezando a rodar por mis mejillas, lamento haber tardado tanto en venir.

Voy a ser muy sincera contigo, la verdad es que no quería verte así.

He estado pensando mucho en lo que paso ese día. Caminábamos como siempre, no era un día diferente a los otros, entonces ¿qué fue lo que pasó?; la granada apareció frente a nosotros y...

Todo se puso negro, había gente gritando, mucho humo, no podía oír bien, algo me estaba aplastando el brazo. Intenté moverme para salir de entre los escombros, mi brazo se fracturó pero pude salir, comencé a buscarte, moví todas las piedras que pude, estaba muy asustada, gritaba tu nombre. Te encontré, estabas bajo una enorme pila de vidrios y piedras. Cuando te saqué, tu pierna estaba desgarrada y con el hueso fuera de lugar, giré la cabeza a un lado para no ver tu expresión de dolor. No sé cómo pero seguías consiente. Te hablé, te dije que te quedaras conmigo, que todo iba a estar bien, tu pierna sangraba abundantemente, rasgué un pedazo de mi falda y traté de detener la hemorragia, comencé a llorar, pensé que ibas a morir. Tomaste mi mano y me sonreíste, casi en un susurro me dijiste: "no llores". Apreté tu mano y te miré. No dejé que te durmieras hasta que llegó una ambulancia. No te dejé ni un momento solo hasta que llegamos al hospital y perdí la conciencia.

¡Yo, no puedo verte así, no puedo verte acostado en está cama inconsciente! ¡No puedo verte vendado de todas partes porque la bomba te quemó la piel!. No puedo... no puedo ver cómo te quedas inválido... los doctores aún no saben qué es lo que va pasar con tu pierna, no saben si van a tener que amputarla.

No quiero verte así mi futbolista, necesito que regreses a la cancha Marcelo. Necesito... que te des cuenta... de lo que siento por ti. Porque es verdad, estoy enamorada de ti. No he podido decírtelo a tiempo; y tal vez ahora jamás lo sepas. ¡Quiero que despiertes, quiero que regreses a la cancha, quiero verte jugar, que me mires y que sonrías con mis tonterías! Siempre pensé que el fútbol era lo único que necesitaba en mi vida para estar bien, pero entonces te conocí y me di cuenta de que te necesito más de lo que pienso.

Te quiero jugando en la cancha, te quiero riéndote, te quiero mirándome, te quiero regresando conmigo de la escuela, yo...

Te quiero Marcelo.

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