: El Disparo


Nombre*:Esteban Franco Scherer
Género*:Suspenso
Título*:El Disparo
Cuento:
Mi corazón late cada vez más rápido y más fuerte, como queriéndose escapar de mi pecho. En mi frente, perlada de sudor, siento la fresca brisa de esta noche de primavera, que parece tratar de calmarme con su caricia, aunque con muy poco éxito. En mis manos, resbalosas por los nervios, el rifle parece pesar cada vez más. Mientras aprieto el ojo izquierdo, con el derecho veo mi blanco justo al centro de la mira. La ansiedad y la duda se baten a duelo en mi mente, la una urgiéndome a tirar del gatillo, la otra suplicándome que no lo haga. Respiro profundamente tratando en vano de relajarme; estoy demasiado consciente de la situación como para conseguir aliviar la terrible opresión que siento en la espalda.

Pero no puedo aplazar más el momento que quiero y no quiero vivir al mismo tiempo. Tan sólo deseo que ésto acabe pronto. Inhalo profundamente, contengo mi respiración por un segundo y mientras exhalo lentamente, comienzo a apretar el gatillo, lento, despacio, un milímetro cada vez. Mi objetivo sigue al centro de la mira de mi arma. A pesar de que se mueve, la sincronización entre su movimiento y el de mi mano es perfecta. Sigo exhalando y apretando suavemente el gatillo hasta que, en el último instante, el destello de la explosión me obliga a cerrar los ojos... ¿Qué pasó? ¿Acaso dí en el blanco? Abro los ojos lentamente y una pequeña gota de sudor los hace arder. Mientras parpadeo tratando de aliviar mi malestar, el hombre aquel, del colorido chaleco ridículo, si bien con una sonrisa en los labios, con una mirada aburrida, de tedio, me entrega en las manos el premio tan buscado, y mientras siento con mis dedos la tibieza de aquella masa peluda, escucho sin prestarle mucha atención a la perorata de ese hombre con su voz chillona:

"Felicidades, joven. aquí tiene. ¡Por sólo tres boletos, sí, tres boletos únicamente, pruebe su puntería, atínele al blanco y llévese el premio. ¡Pásele, pásele! ¡Anímese! ¡Son sólo tres boletos!" Y mientras me alejo con el gran oso de peluche azul entre mis manos, el ruido de la feria y la chillona voz de aquél hombre se van quedando atrás...

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