: El Mago y la Bruja (2da Parte)

Nombre*:Mari Carmen
Género*:Fantástico
Título*:El Mago y la Bruja (2da Parte)
:
Capitulo II

Nordal

Terminé de subir las escaleras hasta quedar junto a Soid, que en ningún momento perdió la sonrisa.

-Eres bastante insistente y, si me lo permites, puedes llegar a ser una verdadera pesadilla- dije tranquilamente
-A cambio de tu ayuda te daré lo que quieras, lo que sea que hayas anhelado toda tu vida- dijo levantando una ceja
-¿Lo que sea?
-Lo que sea...
-Suena bastante tentador, pero no. Gracias
-¿Cómo puedo convencerte para que me ayudes?- preguntó después de un leve suspiro
-Pruébame que todo lo que me has dicho es cierto- dije sonriendo maliciosamente –Perdón, se me olvidaba que no tienes poderes para demostrarlo. Que pena- dije en tono lastimero, pero dejando ver mi lado más perverso
-De acuerdo, si quieres pruebas, las tendrás
-Muy bien, en ese caso, cuando las tengas, me buscas- contesté palmeándole el hombro para después irme. Él solo me siguió con la mirada.


Pasó una semana hasta que volví a verlo. Llegué a mi casa después de trabajar. Abrí la puerta y crucé la cocina, miré hacia la sala al escuchar la voz de mi madre y ahí estaba sentado en gran conversación con ella.

-¿Qué haces aquí?- pregunté mirando a mi Soid y luego a mi madre
-Traigo las pruebas que me pediste- contestó Soid
-¿Qué pruebas?- dijo mi madre
-Pruebas sobre la existencia de seres distintos a los humanos. Nos dejaron este trabajo para la universidad ¿verdad?- dijo Soid clavando la vista en mi

Sus ojos reflejaban a un niño travieso atrapado en un cuerpo adulto: ese brillo, que ilumina el color del iris, era especial.

-Como extraterrestres- afirmó mi madre
-Algo así- dijo Soid dejando escapar una risa
-Oye hija, ¿ya no has vuelto a ver al loquito? Ya sabes, el que se creía mago- preguntó mi madre y, sin esperar una contestación, miró a Soid –Hay un psicópata que se cree mago y acosa a mi hija
-Pues que tenga cuidado su hija, no vaya a ser la de malas y un día se presente en vuestra casa- dijo Soid seriamente a mi madre mientras yo simplemente quería salir corriendo de ahí
-Bueno, los dejo para que puedan estudiar- repuso mi madre, quien se levantó de su asiento y se fue a su cuarto a ver la televisión.

Me senté en el sofá y me acerqué lentamente a él.

-¿Qué crees que estas haciendo?- dije en voz baja

Soid metió una mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una piedra que parecía de río.

-¡Mira!- dijo mostrándome la piedra
¿Qué?- pregunte sin despegarle la vista a la piedra.
-Es una piedra de río, pero de Sogam.
-¡WOW! Espérame un momento- dije mientras me levantaba del sofá.

Fui hacia mi habitación: abrí la puerta del armario y rebusqué entre la ropa de uno de los cajones; una vez que encontré lo que andaba buscando, fui a donde había dejado a Soid sentado. Me quedé parada delante de él y extendí el brazo. Abrí la mano dejando ver lo que había en ella. Soid cogió aquel objeto.

-¿Qué es esto?- preguntó Soid
-Una concha de mar, pero de la dimensión desconocida, en donde hay un monstruo que se come las alas de los aviones*
-Esto es una concha de mar de cualquier playa de aquí
-Exacto...

Soid guardó su dichosa piedra de río. Avergonzado se levantó del sofá y se encaminó a la salida. Abrió la puerta echando un ultimo vistazo a la casa.

-Gracias por nada- dijo Soid antes de salir y cerrar la puerta tras de si.

Minutos después de haberse ido, me embargó un extraño sentimiento, ese que en ocasiones aplasta el corazón y no te deja dormir: la culpa. A pesar de saber que todo lo que me había dicho era mentira, me sentía culpable.

Eran las doce de la noche. Me encontraba acostada boca arriba en la cama intentando conciliar el sueño con los ojos cerrados. De repente comencé a sentir una presión muy fuerte en el pecho. Los resortes de la cama crujieron. Abrí los ojos y pude ver una sombra sentada sobre mí. No logre distinguir si era una persona o algún otro ser, pero sí sus ojos, su sonrisa: una hilera de dientes blancos que por la oscuridad parecían estar flotando. Quería gritar, pero mi boca no pronunciaba sonido alguno. La presión se convirtió en un dolor insoportable. Aquella sombra introdujo su mano a través de mi pecho, sin necesidad de abrirme o derramar una gota de sangre. Cuando sacó la mano sostenía una bola de luz blanca. Después se deslizó por mi cama hacia el suelo, reptó por la pared hasta la ventana, se sentó en el quicio y me miró fijamente aun sonriendo. Finalmente salió por la ventana perdiéndose en el velo negro de la noche. No sé si fue por el dolor, el susto o ! ambos, pero quedé inconsciente sobre mi cama hasta la mañana siguiente.

Al despuntar la aurora abrí los ojos y eché un vistazo a la habitación; todo se encontraba igual que como lo había dejado antes de acostarme la noche anterior, excepto la ventana que se encontraba abierta de par en par.

Me levanté de la cama y fui al baño. Al verme al espejo, jalé hacia abajo el cuello de la camiseta de dormir, dejando al descubierto parte del pecho. No tenía nada: ni una marca, ni un rasguño.

Me dirigí hacia la cocina en donde me preparé un café bien cargado. A la hora debida, salí de casa para ir a trabajar. Iba absorta en mis pensamientos cuando sentí la presencia de alguien que me seguía. Pensando que era Soid, volteé rápidamente.

-¡Déjame en paz!- grité
-¿Perdón?- preguntó desconcertado un desconocido
-Lo siento, pensé que era otra persona- dije agitadamente.
-Descuide- dijo el señor pasándome de largo.

Una mano se poso sobre mi hombro. Al dar la vuelta, abracé temblando al portador de aquella mano y comencé a llorar.

-¿Estás bien?- preguntó Soid preocupado
-No estoy bien- dije sollozando –Algo pasó ayer en la noche.
-Ven, vamos a sentarnos

Fuimos hacia unas banquitas que quedaban enfrente de la boca del metro Etiopía. Después de sentarnos, le conté lo que había ocurrido. No pareció sorprendido.

-Son Nordales, provienen de Sajurb. Creemos que cuando algún habitante de ahí abre un portal para venir a este plano, los Nordales escapan. Se alimentan de la energía de cualquier ser vivo. Son inofensivos aunque pueden llegar a sacarte un buen susto- dijo Soid con voz serena y pausada –Los seres humanos suelen pensar que es un muerto, que se les trepa en la noche mientras duermen.
-¿De verdad eres un mago?
-Sí

Permanecí un largo tiempo en silencio mirando a la gente pasar.

-Te voy a ayudar
-¿En serio?- preguntó Soid
-Sólo espero no arrepentirme después- concluí

Continuará...

*"Pesadilla a 20,000 pies" es un episodio de 1963 de la serie de televisión estadounidense Dimensión Desconocida, basada en el cuento del mismo nombre de Richard Matheson.

© 2011 Ma. del Carmen Villar Holgueras

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