: Cuento corto (La hoja)


Nombre*:Felisa Arabia
Género*:Poesía
Título*:Cuento corto (La hoja)
Cuento:
Caminaron por la avenida durante horas y acordaron que lo mejor era seguir sus caminos por separado. Y a pesar del brillante sol iluminando sus cabellos y sus grandes sombras proyectadas en el pavimento, fue solo ella quien giró su cabeza antes de doblar en la esquina. Aunque el tiempo pareció paralizarse, las agujas del reloj no dejaban de moverse y el ruido retumbaba en su cabeza. Poco a poco las horas se transformaron en días, y los días en semanas. Una tarde salió a caminar sin rumbo. Notó que las hojas de los árboles habían perdido su color verde, y se sintió identificada. Una leve brisa dejó caer lentamente y en forma zigzagueante una de ellas, rozando su nariz respingada. Su alma se encontraba apagada y marchita como aquella hoja, y por momentos también sentía que ella se derrumbaba lentamente. La diferencia estaba en que aquella hoja era tan liviana que su impacto al llegar al final del recorrido solamente se posaría sobre los adoquines de una forma casi poética. Pero entendió que si ella caía, el impacto sería doloroso y dejaría cicatrices. Fue cuando asimiló que no podía dejarse caer, y solo ella podría evitar que eso suceda. Sus grandes ojos azules, se llenaron de lágrimas y se sintió invadida por el terror en su estómago. Penélope, penny como la llamaban sus amigos, tenía el poder de la vida en sus manos y absurdamente lo comprendió a través de una hoja marchita. Comenzó a llover, y el viento se enfureció como si los dioses quisieran darle una señal. De repente miró hacia la copa del árbol y una bandada de pájaros marrones voló en dirección al norte. El árbol que desde
lejos parecía estar cubierto por hojas marchitas, era en realidad un grupo de pájaros posados sobre las solitarias ramas. Pensó entonces… quizá no era que su alma se estaba marchitando, sino que sus sentimientos habían cambiado de color. Quizá eligió creer que formaba parte de aquel grupo de aves que volaron libremente hacia otro lugar cuando éste ya no era el adecuado, en vez de ser aquella solitaria hoja marchita y moribunda del cual podía predecirse su destino. Quizá entendió, que no solo se vuela cuando se tiene alas, y que todos los colores cuando se mezclan hacen que surja uno nuevo. Pero que todos tienen su encanto y no hay mejores o peores. Y así fue como Penny entendió que muchas veces es necesario cruzarse con alguna hoja que llega desde ningún lado para conocerse a uno mismo y que no siempre las cosas son lo que parecen ser. Y por sobre todo, que existen misterios que pierden su encanto si se los resuelve… porque su imaginación podía hacer que esa hoja provenga de donde ella quisiera y mejor aún, que los pájaros volaran hacia donde ella más deseara.
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