En el muelle más cercano,
Decidí acercarme por curiosidad,
Era una tarde desolada,
Llena de gaviotas y cangrejos.
Mi adicción al cigarro generaba ansiedad,
Como se agotaron las municiones,
Sufría una tempestad mental.
Era un ser compulsivo,
Por eso buscaba el destino más relajante de la vía.
Me pareció sumamente raro que en un momento tan perfecto no había ningún otro ser humano,
Respiré profundo,
Aprecié el alba reflejando su último aire de ímpetu.
Una sombra me perseguía,
Cuando daba la vuelta desaparecía.
En medio de mi paranoia corrí directamente a mi vehículo,
Juraba que estaba aluciando por mi falta de nicotina.
Un murciélago se atravesó en mi camino,
Mordió mi rostro,
Tambaleándome caí,
Quedé inconsciente.
…
Desperté exaltado,
Me encontraba en un cuarto sombrío,
Eran cuatros paredes y una cama de paja,
Traté de salir de la habitación.
Pero estaba totalmente encerrado.
Unas cortinas en todo el centro,
Reflejaba una luz,
Al abrirla estaba encerrado con garrotes.
¿Dónde rayos estoy?
Pasaban los días y las noches,
No había alimentos, bebidas,
Estaba cayendo en el delirio y desespero.
Sentía burlas alrededor,
Sentía que alguien estaba jugando conmigo.
Desesperado golpeé todo lo que estaba a mi alcance,
Caí por falta de fuerzas,
Cerrando los ojos lentamente,
Con la vista borrosa,
Pude ver que se abría la puerta,
Antes de poder observar detalladamente a la persona,
El último suspiro domino mí ser.
Manchas de sangre recorría mi túnica,
Desperté con un suero en el brazo,
Unos alimentos procesados acompañado con un agua con tonalidad verde,
Al lado tenía una navaja.
Una nota cerca de mi rostro decía:
- Vivimos prisioneros en este mundo, nos autodestruimos por placeres,
Como todos tenemos derecho a otra oportunidad, te dejé una navaja para que te puedas suicidar.
Quedé sumamente desconcertado,
Tenía razón, ¡no estaba loco!
Algún lunático está jugando conmigo,
Se aprovechó después de que el murciélago mordió mi rostro.
La navaja utilicé para tratar de romper los garrotes,
Fue en vano.
Los días pasaban, el hambre aumentaba.
Me di cuenta que todo es mental,
Que todas las necesidades se pueden controlar.
Inesperadamente caí,
Ya no tenía la misma capacidad de afrontar.
Al rato alguien abrió la puerta,
Subía salvajemente mi cuerpo a la camilla,
Solo se reflejaba la luz en sus anteojos,
Contemplaba una mirada sádica preparando otra nueva nota.
Todo fue planeado,
Saqué la navaja y se la clave en el pecho,
Los torrentes de sangre brotaron en toda la habitación,
Le hacía falta otra tonalidad diferente.
En medio de la confusión,
Salí corriendo,
Escuchaba a muchas personas y perros.
El centro de todo era el lugar más iluminado.
Escuchaba sierras, pasos descontrolados,
Acechaban mi consciencia,
Perdía fuerzas,
Cada vez se acercaban más,
Era hora de rendirme o luchar.
Antes de llegar a la salida,
Sentía la presencia de un desconocido hambriento de ira,
Resulta que acuchillé a su hermano,
Su mundo se retorció por un mundano.
De repente caí,
Sin piedad corto mi brazo,
Grité del dolor.
Tratando todavía de huir,
Tenía esperanzas de sobrevivir.
Apuntó directamente su serrucho en mis piernas,
Lentamente cortaba cada una de mis extremidades.
Con una máscara de murciélago,
Emitía sonidos extraños.
Lo único que podía ver era mi cuerpo descomponerse e irradiando un color intensamente rojo.
Si mirada frívola, fue lo último que pude apreciar en mi vida.
No tenía una última palabra, solo la sensación de que despegaba a un mundo abstracto, percibía una luz, estaba llegando al final de mi ilusión, la realidad se esfumó para llevarme lejos de aquel lugar.
Con todas sus fuerzas levantó sus brazos,
Apuntó el serrucho a mi cabeza.
Cerré mis ojos y sentí un dolor muy extraño.
Desperté en la playa,
Era de mañana,
El murciélago me dejo inconsciente por unas horas,
Me tocaba mi rostro asombrado por un sueño tan real,
Como la realidad se puede modificar,
Por la manos de alguien más.
Corrí directamente a mi vehículo y entendí el mensaje del destino,
Tenía que dejar todos los vicios.
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