: EL NIÑO QUE MENTÍA

Nombre*:TATIANA JOSEFINA MARTÍNEZ VÁSQUEZ
Género*:Infantil
Título*:EL NIÑO QUE MENTÍA
Cuento:
EL NIÑO QUE MENTÍA
Cuento sugerido para niños de 5 años en adelante
De niños traviesos el mundo está lleno, blancos, morenos, flaquitos y gorditos, cada uno travieso y juguetón, pero con un alma hermosa y un gran corazón.
Alberto era un niño como cualquier otro, fuerte, travieso, aventurero, con una gran imaginación, tenía diez años, pero era muy inteligente y siempre inventaba cualquier mentira para zafarse de sus obligaciones.
Su mamita cocinaba para un rico hacendado y sus obreros. El niño cuando se levantaba con flojera, le mentía a su mamita y le decía que se sentía mal:
- Creo que me va a dar gripe, me duele la cabeza, mejor duermo y guardo reposo.
La mamita le creía y lo consentía mucho. Le llevaba la comida a la cama y le preparaba un rico postre, mientras el niño fingía estar enfermo.
Un día, paseaba un hada junto a la ventana de su casa mientras el niño le mentía a su madre. El hada se quedó sorprendida al ver dicha situación. Pensó un rato y cuando la mamita se fue, se convirtió en una dulce viejita y le preguntó al niño con voz suave:
- ¿Crees que es correcto mentirle a tu mamita? – Deberías cambiar de actitud.
El niño se levantó de la cama y le dijo:
- Mire señora, es solo una mentirita blanca. Así me quedo durmiendo un rato más y evito hacer los mandados que mi mamá me solicita hacer todos los días. Además, tengo flojera.
Con estas palabras, se dio la vuelta y se metió a la cama a comer el postre que su mamita le había preparado.
El hada se sintió tan impotente, que se puso muy, pero muy roja. Caminó hasta la parte de atrás de la casita y allí lanzó un hechizo en forma de viento, el cual entró por la ventana de la habitación del niño, mientras decía:
"Hechizo de la mentira, del norte o del sur vendrás, quien practique las mentiras, un anciano se volverá. Y quien quiera disolverlo, una solución tendrá, que por el resto de su vida, la verdad siempre dirá"
Y se fue volando en una escobita de ramas y flores rojitas.
Más tarde llegó su mamita a preguntarle a su hijito si había mejorado su estado de ánimo, a lo que el niño respondió:
¡Ay mamita, sigo con mucho malestar, no me quiero ni bañar!
La mamita salió corriendo a prepararle un té de manzanilla para mejorar el malestar de su hijito, pero el niño se puso a reír cuando su mamita salió de la habitación apuradita.
Se levantó como un resorte a mirar por la ventana, se salió al patio y se montó en la mata de mangos a comer los dulces y jugosos frutos. Cuando entró a la habitación nuevamente, quedó perplejo al verse en el espejo… su cabello… se había llenado de canas por un lado… ¡Tremendo susto!... se escuchaban los pasos de su mamita que venía con el Té, corrió hacia su escaparate y sacó un gorro, el cual se colocó hasta las orejas.
La mamita se sorprendió al ver a su niño con un gorro puesto con tanto calor y pensó que estaba muy enfermo, que tal vez tenía frío producto de la fiebre, se acercó a tocarlo y olfateó un olor a mango maduro y le preguntó:
- ¿Cariño, has estado comiendo mangos?- Recuerda que estás enfermo y no debes salir de tu camita.
El niño volvió a mentir:
-Mamita, no me puedo ni levantar… ¿Cómo crees que voy a salir a comer mangos?
-Bueno hijito, aquí te dejo un rico té mientras voy al pueblo a comprar medicinas, te lo tomas todo, que así te sentirás mejor.
Cuando la mamita salió el niño aprovechó a lanzar el té por la tubería del fregadero (donde la mamita lavaba los platos y ollas). Allí aprovechó a comer helado y cortó un pedazo de una rica torta recién decorada con chocolate y fresas.
Su mamita volvió y desde la cocina se escuchaba el lamento de su mamita. Llegó hasta la habitación del niño y le preguntó si él se había comido un pedazo de torta y el niño nuevamente mintió diciendo:
-¿Mamita cómo vas a pensar eso? – Yo me tomé mi té y no he salido de mi habitación. Tal vez fue un ladrón que entró mientras yo descansaba.
-Esa torta era un encargo que me hizo el dueño de la hacienda para el cumpleaños de su hija. Tendré que comenzar de nuevo a preparar la torta de cumpleaños.
Mientras la mamita estaba haciendo de nuevo la torta, sudada y cansada, el niño aún saboreaba mentalmente lo rico que había quedado y sobre todo el gran pedazo que se había comido.
En ese momento se vio las manos y las notó llenas de arrugas, se trató de levantar de la cama rápidamente, pero para su sorpresa no pudo hacerlo en el primer intento. Se paró frente al espejo y casi se desmaya de la impresión…su cara y cuerpo eran los de un anciano, su pelo estaba totalmente blanco. Comenzó a llorar, buscó una tijera y pensando que la solución era cortar su blanca cabellera, procedió a deshacerse de su liso y abundante cabello. Se puso su gorro y se escondió bajo las sábanas mientras lloraba
El hada apareció frente a su ventana convertida en ancianita y le dijo:
¿Amiguito, aún crees que está bien mentirle a tu mamita?
- Esta vez el niño lloró mucho y le dijo a la anciana que estaba arrepentido, que no volvería a mentir.
El hada le dijo que sólo él podía deshacer el hechizo contándole la verdad a su mamita. Así lo hizo el niño y su mamita lo reprendió, pero luego le dio un abrazo y le aconsejó no decir mentiras y cumplir con sus deberes.
En el baño de su habitación había un montoncito de cabello negro… Sí amigos, cabello negro… lo del hechizo del hada, fue una ilusión qué sólo el niño percibía para que aprendiera la lección. Casi calvo, pero feliz y obediente, Alberto va a la escuela y ayuda a su mamita a hacer los mandados. Ya su cabello está creciendo de nuevo, negro, liso y suave.
FIN
Moraleja: es mejor decir siempre la verdad, puesto que para cubrir una mentira, hay que decir otra y otra. Seamos honestos, obedientes y cumplamos con nuestros deberes.
Autora: Tatiana Josefina Martínez Vásquez


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