: Una entrada sin salida

Nombre*:Mariel
Género*:Drama
Título*:Una entrada sin salida
Cuento:
Cuando di inicio a esta tortura tenía 13 años. No pasó mucho hasta el día de hoy, tan solo dos años, casi tres. Si me preguntan de qué me sirve yo puedo responder varias cosas, entre ellas, un 'No lo sé'.
Mi vida es hermosa, obviamente tiene sus pequeños inconvenientes como cualquier otra, pero nada por lo que preocuparse. Realmente tengo una vida deseada.
Tengo una familia maravillosa, padres que me protegen y se interesan en mí, aunque a veces exageren. ¿Hermanas? Sí, tengo dos. Ambas menores que yo, y son inigualables. Peleamos como cualquier hermano lo hace, pero tenemos una relación casi perfecta, muy unida.
Hace unos meses atrás conocí a un chico que me cambio los días. Parte de mi felicidad es por su causa. Es único, y de corazón puro.
Amigos quizás tenga pocos, pero no los cambiaría por nada en el mundo. Supe elegir a veces bien y a veces mal mis amistades. Pero a lo largo del camino permanecieron los que jamás me vendieron otra personalidad, los que desde un principio me fueron sinceros y leales.
Con respecto a la economía, no pase jamás hambre y estoy muy agradecida de eso. Tengo una casa, que no será una mansión, pero es preciosa. Todo lo que pedí lo tuve, no puedo quejarme de eso.
Bueno, ahora ya conocen un poco de mi vida. Como ven, ni mi familia ni mis necesidades influyeron en lo que yo comencé a realizar. Esto que hoy decidí contar es una experiencia que nadie debería intentar.
El colegio es un lugar que está lleno de personas en ciertas formas iguales a vos y a la vez tan distintas. Uno a veces no entiende por qué hay chicos que van solamente para criticar a otros, para opacarlos. Yo siempre fui una persona muy callada, tímida y modesta. Creo que esas cualidades fueron las que causaron que me elijan como víctima.
Fue en primer año de secundaria cuando empezaron a afectarme las bromas que me hacían. No recuerdo muy bien, pero no caben dudas que habrán empezado años anteriores, solo que no les daba la importancia que luego les concedí.
Cada día se hacía más difícil ir sin pensar qué me dirán o quién me lo dirá. Finalizaban las horas de clase y me recorrían las ansias de llegar a mi casa, llorar y contarle a mamá lo que me dijeron.
Segundo año, mismas cargadas, distintas personas. Ya no tenía ganas de tener nuevos compañeros, sabía que lo único que harían es unírseles a los demás y burlarme. Eran burlas dolorosas. Daños verbales que dejaban daños físicos en mí. Llegaba a casa y ya no era contarle a mamá lo que me pasaba, solo entrar por la puerta, dirigirme al baño, llorar en silencio y lastimarme con lo primero que tenía a mi alcance.
Llego el tercer año y cada vez se hacía más difícil creer que existía alguien que lo único que busque en mi es una buena amistad, en vez de mis defectos. Me miraba al espejo y veía exactamente lo que ellos decían ver. Y allí comenzaron a surgir en mi mente otras preguntas, ¿Y si tienen razón? ¿Si yo tengo la culpa por ser así y lo único que me dicen es la pura verdad? Así comenzó a nacer mi odio, pero no hacia aquellas personas, sino hacia mí, por tener todo eso que ellos criticaban.
Hoy en día estoy en el cuarto año de secundaria, y me detesto. Ya no les cuento nada a mis papás, incluso por ese motivo intentaron mandarme a un psicólogo, pero yo no quise, les dije que estaba bien. Mi rutina de todos los días es sonreírles a los que me hieren, verme al espejo y repetir todo lo que los escuche decirme durante el día, recordarme cuanto me odio, lo poco que valgo, culparme por todo.
Mis brazos y piernas están destrozados, realmente la autolesión también es una adicción. Puedo decir que me lastimo para no herir a los que quizás se lo merezcan, y así sentir que lo que hago no está mal.
Muchos saben lo que oculto bajo las prendas largas, varios intentaron ayudarme, otros tan solo sintieron pena. Lo que hoy se es que nadie me puede sacar de esto, y que si ellos no le ponen un límite a sus palabras, yo no lo tendré para mi sufrimiento.
No le encuentro el sentido de lastimar a la gente, siento que solo intentan humillar a otros para verse a ellos mismos más perfectos. Pero, a la vez, sé que los que lo hacen son los que más defectos poseen.
Soy una persona con muchos sueños, que con 15 años podría cumplirlos tranquilamente, pero hay algo en mi mente que me lo impide, ese miedo de conocer a alguien más y desilusionarme otra vez. Veo mi cuerpo y solo siento bronca, ese es otro obstáculo que me impide lograr lo que quiero. Solo tengo sueños que seguirán siendo sueños.
Ya no tengo esperanzas, la vida me deja miles de caminos que me conducen hacia la felicidad, pero ellos les colocan piedras. Así, lo único que me dejan a lo largo del camino son golpes que a la vez producen secuelas. Hacen que ese recorrido hacia la felicidad se haga eterno y doloroso. No los culpo únicamente a ellos, muchas de esas piedras están allí por mí.
Como dije, lastimarse se vuelve una adicción. Primero es por enojo y capricho, luego por un odio constante, y al final tan solo por necesidad. Por ello no puedo estar sin herirme, sin ver una marca en mi piel, ya no puedo controlarme. Mi mente no le da espacio al razonamiento, lo excluye. Pido ayuda a gritos, pero esos gritos salen en forma de lágrimas, es así como nadie más que yo los escucha.
¿Amor? Sé muy bien lo que es amar. Dicen 'quiérete a ti mismo y sabrás querer a los demás', pero, en mi opinión, no creo que sea cierto. Yo quiero a los que me quieren y me lo demuestran con acciones, pero mis actitudes hacia mí no me demuestran q merezco mi propio amor. Es complicado pero podría ejemplificar lo que siento diciendo que quererme seria como apreciar a tu enemigo.
Siento miedo con respecto a lo que pueda hacerme. ¡Que increíble! me tengo miedo. Mi mayor temor es morir, y que escalofrió me produce saber que estoy más cerca de cumplirlo que de evitarlo.
Para saciar las dudas sobre qué es lo que se siente, he ir terminando con mi experiencia de vida, puedo comentar que duelen mucho menos los daños físicos que los verbales. Quizás lo haga para intentar olvidar las palabras, aunque no sea un método tan eficaz, ya que no resulta. En verdad no se siente tan mal, ayuda mucho a desquitarse y, al hacerlo con uno mismo, no deja culpa ni hay que pensar en cómo pedir perdón. El motivo es un caso aparte, empecé a hacerlo por uno, muy reconocido como ''bullying'', pero actualmente no tengo motivos, lo hago porque sí.
Quién hubiese llegado a creer que las palabras son el arma más letal, que pueden destruir corazones y arruinar vidas. Aun no lo entiendo, ¿Por qué me lastimaron? ¿Por qué hicieron de mi lo que hoy soy? Hay veces que creo ser ese punto negro, esa imperfección que tiene mi vida, aquello que irrumpe con todo lo bueno.
Una cosa me fue llevando a la otra, el bullying a la autolesión, y esta a la adicción. Esto es como una entrada sin salida, yo entré en esto porque alguien me dio un inicio, ahora necesito que me den el final para poder salir.


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