Publica Tu Cuento: MALA SUERTE

Nombre*:Leonardo Méndez
Web Site (Opcional):https://www.instagram.com/leonardomendezguzman/
Género*:Suspenso
Título*:MALA SUERTE
Cuento*:Un cigarrillo entre mis dedos, la pálida luz de los faros de un poste de alumbrado, ni un solo perro callejero en la calle. Silencio total. La esquina oscura y el aire frío me hacían sentir como salido de una película de criminales y detectives. Pero no, esta no era una historia violenta ¿O tal vez sí? Después de todo el amor te hace respirar fuego y escupir sangre. Te embota el cerebro más que cualquier droga y te va matando poco a poco.

¿Media noche? Ni idea, no tenía reloj y ni un solo céntimo en los bolsillos. La cajetilla Hamilton en el bolsillo de la camisa era mi más preciado tesoro y los degustaba los cigarros uno a uno lentamente, sintiendo el placentero dolor de cabeza y disfrutando observar cómo el humo desaparecía en el aire formando espirales.

¿Qué hacía? Esperar. Como siempre. Di un paso para bajar de la acera, otro para posicionarme sobre la línea blanca de la carretera, un tercero para pasar delante de esta. Cuando me percaté, estaba en medio de la autopista otra vez, sobre la línea amarilla, esperando a algún camionero somnoliento, alguno que otro borracho, o simplemente algún desquiciado que quisiera pintar de rojo el concreto por pura diversión.

Una luz se asomaba por la curva, di una bocanada profunda al pucho hasta toser. Era una camioneta, ¿qué sería?, ¿acaso un joven exitoso y soltero de camino a la cama caliente de una muchacha?, ¿un hombre regresando a su casa de infancia después de años, solo para el funeral de su madre?, ¿una señorita volviendo de una noche loca?, tal vez solo un ladrón de autos cualquiera. Bah, no importaba, lo único fundamental en todo esto era que el auto se acercaba tambaleándose y rápido, muy rápido. Otra probadita al cigarro, qué delicia… Lancé la colilla lejos, intenté ver a través del parabrisas de la camioneta. Era una chica morena y linda. «Pobre diabla» dije en voz baja y salté frente a la trayectoria del auto. La muchacha abrió tanto los ojos que no pude evitar soltar una carcajada. Completamente asustada viró bruscamente el timón y la camioneta se subió a la vereda con un horrible sonido metálico. La parte trasera del coche, fuera de control, me golpeó en el hombro con la fuerza suficiente para dejarme tumbado sobre el piso y romperme los huesos del brazo. La camioneta pasó silbando a mi lado y pude ver cómo uno de los espejos retrovisores salía disparado al chocar contra un poste de luz. Aquella muchacha se había salvado de milagro, y también yo.

Qué mala suerte.
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