Publica Tu Cuento: Más allá de la nebulosidad

Nombre*:Aracmili
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Género*:Fantástio
Título*:Más allá de la nebulosidad
Cuento*:
En el siglo XVII (Europa), existió una joven llamada Elizabeth II Mindsor Conde, eran muy inocente, no sabía del peligro, era demasiado curiosa.
En el castillo del rey, vivía un hombre de unos 23 años, (aunque tenía 123 años de edad) su nombre era Nicholas Vorhis, estaba perdidamente enamorado de Elizabeth, pero tenía miedo.
Nicholas era de la oscuridad, temía hacerle daño, quizás no la lastimaría, pero no quería arriesgar. Alguien como él podría morir por estar con una humana y menos con Elizabeth.
La joven se paseaba en el jardín, sus ojos de ingenuidad se fijaron en la presencia de Nicholas, ella no pudo evitarlo, fue hacia el para abrazarlo pero el la detiene.
-¿Qué haces aquí en plena noche?-Le pregunta.
Ella jugo con su cabello como una niña.
-No puedo dormir.
-¿Sabes que alguien podría hacerle daño?
-No, no pueden, tengo soldados, y tu podrías defenderme ¿no?
-No soy tu protector, salvaguardia, acompañante, escolta y guardaespaldas.-Le contesto de mala gana, o mejor dicho que está asustado que alguien pueda verlo.
-Ella le empuja, este la siguió para detenerla.
-Lo siento.-La encuentra atrás de un árbol.- ¿Estas enfada?
-No.-Ella sale de su escondite y le muestra un dibujo de ella misma.-¿Me has dibujado?-El quedo inmóvil, helado, no sabía qué hacer, no debía mentir.
-Sí, lo hice, pero mañana me voy.
-¿Te vas?
-Sí, me voy.
-¿Puedo ir contigo?-Se sintió avergonzada.
-No.-Sorprendido y a la vez aturdido.-No puedo, no lo entenderías. Mi barco sale mañana, la oscuridad esta en mí.
-Se lo que eres, no me das miedo, esos mitos tontos de vosotros no me lo creo, sé que tenéis sentimientos.-Ella toco su mano, pero se alejó.
-Sí, me quieres, no digas nada. Te quiero y no quiero hacerte daño, debo hacerlo, no soy una persona, soy de la oscuridad, yo bebo un líquido que viene de los seres vivos.-Estaba a punto de abrazarla cuando vio la pureza e inocencia, en cambio él es de la oscuridad, ella de la luz, este de la luna, ella del sol.-Si alguien se entera de esto, me quemarían.
Elizabeth II Mindsor, sabe que la ley entre humano y vampiro está prohibido el amor y la amistad. Ellos pueden vivir en el mundo humano pero para eso, tienen que servirles.
-¿Por qué quieres viajar conmigo?, no deberías estar sola con un hombre de la nada, ¿acaso no sabes que alguien puede hacerte daño?
-Quiero aventura, estoy aburrida, estar en el trono sentada sin hacer nada, estar hermosa y bella, esperar que un estúpido príncipe pida mi mano, yo no puedo vivir más así, tú lo sabes, soy como una mona, las princesas tienen que estar con vestidos apretados para que los hombres te observen y digan que educada y hermosa o tocar el piano solo porque te lo pide tu padre para que vean que tienen una hija perfecta, no quiero ser perfecta, no quiero fingir, no quiero fingir ser otra persona, soy diferente.
Elizabeth y Nicholas, se conocieron en el reino, ¿Cómo? Ambos corrían para su destino, el llevaba trapos para los reyes, ella solo corría por el castillo porque es salvaje, ambos se tropellan, se hacen amigos y desde allí viene una amistad prohibida.
Elizabeth subía árboles, era su juego, Nicholas debajo gritándole para que baje, pero ella subía mas, este rendido sube, pero sus ojos brillan, al ver el sol desvanecer. La madre de Nicholas serbia a la hermana mayor de Elizabeth, una que se cree mejor que todas, y todos, no era igual que su hermanita y nunca pasara, su nombre era Adelvina, le gustaba empujar a los vampiros o poner su pie para que caigan y reírse de ellos.
-Ella es mi hermana, dicen que es una santa.
-Más que santa es una catástrofe.-Dice Nicholas desconcertado, observando a la aborrecible niña.
-Elizabeth, me voy de una fiesta real, espero que tu dejes a ese vampiro, deberías estar con gentes reales.-Cuando dice gentes reales observa a Nicholas con engreimiento.
-Por lo menos tengo amigos, y Elizabeth es mi amiga también.
-Sí si, pero seguro que tienes pocos amigos, yo tengo muchos muchos muchos.- Lo dice de una manera soberbia.
-Pero mis amigos no se fijan en el dinero, tampoco se fijan si tengo el hogar más grande o las cosas más valiosas que alguien puede entender.
-Ja!, me voy de aquí se me hace tarde para la fiesta.-Con arrogancia.
-No le hagas caso, así es con todo el mundo.
-Podre cantar, seré la mejor, tendré la mejor voz del mundo entero, y nadie me va a superar.-Dice mientras estaba con el pijama. Pero era todo aburrido, la fiesta real solo se pasaban hablando muy poco, sin música, sin risas, sin diversión.
-Estoy aburrida, no puedo creer que los pobres y Elizabeth estén pasando bien la fiesta, y nosotras aburrida aquí.-Sentada en una cama.
-Tienes mucho lujo, pero creo que el lujo no llena tu corazón.-Esos comentarios fue un puñal para Adelvina, sintió mucha tristeza, tenia envidia que Elizabeth sea feliz.
Elizabeth creció con amor y sabiduría, su hermana igual pero con mucho odio hacia su pequeña hermana.
-Algún día te voy a ensuciar y nadie te va a amar.-Susurraba una y otra vez.
Elizabeth actualmente, subió al barco, se había puesto un traje de pirata, le enseño a Nicholas su espada, y de cómo atacaba, era divertido verla porque aún tenía el niño interior.
-¿Qué tal estuve?
-Bien, pero te enseño a pelear mejor, alguien puede hacerte daño fácilmente, te falta técnica, pero no esta tan mal, solo un empujón.
-Enséñame, quiero aprender.
-Está bien, hoy empieza las clases.
-Siii, gracias.-Salta aplaudiendo y le abraza, estaba muy feliz, ella quería ser lo que siempre ha soñado, una aventurera pirata.
Adelvina, sabía que Elizabeth se fue, por esa razón, siguió el barco, ella tenía un plan, y ese plan no es tan lindo después de todo.
-¿Qué tal estuve?-Pregunta comiendo unas naranjas.- ¿Un del 1 a 10?
-Un 8.-Contesta mientras no come nada.
-Vas a estar débil si no comes Nicholas.
-Pues para eso necesito beber, no puedo, el único ser vivo eres tu.-Se va lejos de ella.-Sé que tú sabes que puedo contenerme, pero aún tengo miedo. ¿Y si de noche te ataco?
-Pues tengo mi espada, Nicholas.
-Tú no entiendes, mi fuerza es más fuerte, ningún hombre puede conmigo, y menos una humana como tú.
El barco llego a la tierra, Elizabeth deja de comer para saltar y hacerse daño un poco por el golpe.
-¿Estas bien?.-Le pregunta cuando se acerca a ella.
-Sí, estoy bien, ¿Por qué no debería estarlo?, no me toques pero seguro me harías daño.
-Escucha, deja de actuar como una niña, solo quiero protegerte, ¿acaso que no entiendes?.
-Lo siento.
-No importa, eres demasiada buena para este mundo, pero cuídate mucho, sé que eres fuerte y valiente, pero debes entender que aquí hay gentes malas y buenas. Yo me considero bueno pero otros no, porque…
-Porque eres vampiro.-Termina la frase.
-Si eso.
-No te preocupes, no dejare que ellos te hagan daño, ellos no saben lo que eres, te aprecio, mi hermana puede odiarte pero eres el mejor amigo que tuve, los monstruos somos nosotros, tu jamás me traicionaste, porque no eres humano, los humanos somos de traicionar, no somos honestos, tu si, somos hipócritas, mentimos siempre, siempre queremos más, tu raza no desea dinero, pero nosotros sí.
-Pero tú no eres como ellos, ahora duerme.-Le pone una manta, y la deja dormir en una cama mejor, el solo observa el océano, hasta que ve a una mujer familiar.-Tu.
-Hola vampiro, ¿te acuerdas de mí?
-Adelvina.-Dice con irritación-¿Por qué estás aquí? ¿Qué es lo que quieres?
-Nada de ti, diré a todos que Elizabeth no es una doncella y que tú tienes algo que ver con eso, la gente podría matarla por deshonrar a la familia, y a ti por sucio o por vampiro, pero si fuera al revés y fueras un príncipe quizás te dejan vivo o te obligan tener un matrimonió con ella.
-Eres malvada, no entiendo como las mujeres odian a las otras mujeres, todas son machistas, todas prefieren defender al hombre y a la mujer dejarla por el suelo, hacen todo el esfuerzo para llamar la atención de ellos, hacer el esfuerzo para ser amadas y tener un novio o marido al lado, pero ustedes deben amarse, amarse entre todas, unirse y ayudarse, pero no.
-Tienes toda la razón, nosotras nos odiamos, es por naturaleza.
-No todas se odian pero casi el 89% sí.
-Sí, sí, da lo mismo, me has hecho llorar.-Se burla de el con mucha ironía.
-No dejare que dejes así a Elizabeth ella nunca te hizo daño, ella jamás se metió contigo, ¿Por qué eres así?
-Está bien, tengo un trato para no ensuciar a la chiquilla traviesa.
-¿Qué clase de trato?
-Tu cariño hacia mí, convencer a todos que sean mis amigos, así podre sentirme bien, los lujos jamás me han hecho feliz después de todo, la felicidad de mi hermanita me hacía ponerme más mal de lo que estaba.
-Oh si mejor muerdo tu cuello ¿y listo?
-No te atreverías vampiro tonto.
-Tienes razón. Está bien te voy a querer y hare que todos te quieran como tanto desea mi alteza.-Hace una reverencia.
-No te burles de mi pobre.
-Tan soberbia aun eres, así no vas a conseguir amigos.
-Tienes razón, tengo que ser mejor persona.-Saca una lista.-Ahora dime lo que debo hacer así tengo más amigos.
-Cambiar tu personalidad tan egoísta, tratar a todos por igual.
Después de un largo viaje, Elizabeth y Nicholas se quedaron en una isla, hicieron una fogata.
-Cuéntame la historia de esa mujer que se enamoró de un vampiro.-¿Qué paso con esos dos?, sé que ellos escaparon para vivir juntos.
-Ambos sabían que morirían, pero intentaron escapar, tengo muchas historias de vampiros con humanos, pero este es el más impactante.
Bryant era un vampiro que tenía sed, encontró una cabaña, donde un hombre tenía secuestrado a una adolescente.
Bryant va al sótano, creyendo que no había nada allí, encontró a la pobre chica, ella se asustó pero no emitió ningún sonido, el hombre apareció detrás de él, trato de golpearlo, pero fue mordido por Bryant, libero a la joven.
-Ya eres libre.
Este se fue, caminaba por el bosque, pero sintió pasos y una presencia, la desdichada joven lo estaba siguiendo. Él le exigía que fuera libre pero ella lo seguía por donde iba, la chica estaba agradecida, le dijo donde quedaba el hogar, era de una familia rica, su apellido era importante, pero no era princesa, Bryant y Brianda (Así se llamaba la joven) se hicieron grandes compañeros, ambos querían estar juntos, pero era de arriesgarse, entrambos hicieron un plan, escapar y estar juntos.
Partieron a las 2 de la mañana, subieron a un bote, estaban felices porque creían que ya eran libres, pero la policía no tardó mucho en encontrar a la pareja.
Habían pasado 4 años, Brianda cultivaba para sobrevivir, Bryant le ayudaba, vivían en una cueva, donde tenía cama y cocina, ella lo amaba demasiado, no quería dejarlo, el tampoco, y juro en protegerla, pero la policía hicieron su trabajo, atacaron a Bryant, Brianda intento ayudar, pero era demasiado tarde.
Eran opuestos, ella jamás entendería que no podían estar juntos.
-Es una historia horrible.-Dice en lágrimas.
-Sí, y eso podría pasarnos, espero que no.
-¿Tienes otra mejor?
-Si tengo pero fue muy violento y triste pero con un final feliz.
En el mismo año, también se enamoraron dos personas opuestas, entre ellas, estaba Artemisia y Matesu.
Matesu fue o sigue siendo un príncipe de una familia real de vampiros. Criado como miembro de la realeza, todo está decidido por él. Su familia era cruel con cualquier persona especialmente con la joven Artemisia, una esclava de la familia real. Ella fue humillada por la familia real, estaba asustada por los vampiros despiadados, pero se sorprendió cuando la única que le muestra alguna bondad, es el príncipe.
El vampiro se ofreció ser su novio y ella acepto, su hermana oculto ese romance.
Con ayuda de los soldados, atraparon a la pareja y a la hermana de Matesu, Artemisia fue atacada, la hermana de este no sobrevivió cuando el sol invadió la sombra, ambos pudieron escapar. Actualmente no se saben donde están ambos.
-Es hermosa, al fin pudieron hacerlo.
-Sí, también está un hombre que se enamora de una vampira, pero ella no quería vivir más, el quería ser vampiro pero esta no quería que sufriera la inmortalidad como lo sufre ella. Así que se quedó solito.
-Oh, qué triste.
-Pero hay una que un humano se quedó con la vampira.
-Que bien. ESO ME HACE SENTIR QUE HAY ESPERANZA.
-Sssshh, no grites.-Ríe de felicidad.

Fin

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