Cuento*: | La fuga. Verificaron una y otra vez la escena del crimen. La reja fue cortada, las cámaras desactivadas, los perros sedados, el guardia fue amordazado y ocultado en el baño, y se habían robado uno de los camiones de entrega. Así que… ¿Cómo? Que alguien le diga cómo… ¡¿Cómo carajos un grupo de pavos se escapó de la granja?! —Lo lograron. Después del quinto intento lo lograron… —admitió derrotado. —Tienes que reconocer que esta vez sí se lucieron —le dijo su hermano aguantando la risa lo mejor posible—. Lo que no entiendo es de dónde sacaron la idea. —Quizás fue por el maratón de Breaking Bad que vimos la semana previa a Acción de Gracias —dijo ante la ironía del momento, ya que si un pájaro se subía al gallinero podía ver con absoluta facilidad la televisión de la sala, y los pavos tenían esa manía cada vez que veían la luz del aparato encenderse. Suspiró abatido—. ¿Y ahora qué vamos a cenar para navidad? —Hombre, que no se te cierre el mundo. Todavía tienes pollos —señaló con optimismo al grupo de gallinas que estaba picando la tierra alrededor del gallinero. —¿Y si a estás también se les da por escapar? —¡Eso no pasará! Moviste el gallinero después de Acción de Gracias así que es imposible que hayan visto el maratón. Y una gallina es más tonta que un pavo, así que tranquilo. Vamos adentro a por las cosas para limpiar este desastre y ya luego pensaremos en la cena de navidad. Le hubiese gustado compartir el mismo entusiasmo, pero no podía. Observó con absoluta desconfianza a las gallinas que se movían torpes y lentas de un lado a otro. Una de estas estaba quieta, casi en el centro, oculta por las demás y apenas moviéndose de su lugar. Su mirada quedó fija en esa gallina durante unos momentos, esperando que hiciera algo, que se volviese hacia él y le mirase a los ojos... quería ver a través de su alma. Pero su hermano le empujó para entrar de una buena vez a la casa. Cuando la puerta se cerró, el desarmador que tenía oculto debajo de su ala cayó sin remedio. Lo recogió con rapidez antes de entrar corriendo al gallinero junto con otro grupo mientras las demás vigilaban el perímetro. Una de las gallinas subió al techo observando la televisión de la sala, ignorando a los niños que veían por tercera ver su película favorita en esta época del año: Pollitos en fuga. Ningún pavo y ninguna gallina estaría en el menú navideño este año. Bueno… por algo existían los supermercados. |
Interesante desarrollo de la trama. Aunque siento que el cuento termina en la parte que dice: "...Pollitos en fuga." Considero que la autora hizo un excelente trabajo creativo. Felicidades.
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