Publica Tu Cuento: Los derechos de las medias

Nombre*:Pia Granados
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Género*:Fantástio
Título*:Los derechos de las medias
Cuento*:Desde temprano se empezó a sentir el murmullo de los manifestantes por todos los corredores habilitados del armario. Ninguna media estaba a gusto con su función y exigían igualdad de 'exposición '.
En el cajón superior del ala derecha se asomó el líder de los calcetines blancos deportivos con una graciosa pancarta exigiendo el derecho de poder exhibirse con los stilettos en las ceremonias nocturnas, lo cual, calentando los animos de las panty medias, desató una guerra campal que practicamente no dejó otra opción a las medias de comprensión que salirse de casillas. El alboroto ya estaba armado. Tanto que las medias gruesas de lana se despertaron del letargo y se unieron a la revolución exigiendo un visado para moverse libremente durante el verano.
De otro ángulo del armario, sin ningun pudor, unas medias de seda atacaron con violencia a una par de medias tobilleras que, aprovechando de la revolución, estaban buscando su pareja. Estas dos últimas resultaron ser las únicas víctimas de la protesta.
Ya estaba bastante tenso el ambiente cuando de repente un ejército de medias de rombos, pepas, cuadros, figuras coloradas y hasta medias con agujeros varios, comenzó a revolucionar el armario destrozando cuanta prenda de vestir estuviera en el camino. Camisas, camisetas, calzones, pijamas y hasta una corbata que corría buscando refugio y que perdió justamente la etiqueta que la catalogaba entre la familia de la finas sedas, cayeron en manos de esas medias encapuchadas.
Desde los estantes superiores algunos pares de calcetines de hilo de Escocia y algunas medias en tejido de malla y otras caladas, observaban la protesta como un escenario grotesco y vulgar- que merece ser castigado ferozmente-, decían.
Por desgracia no hubo nadie que pusiera orden a la protesta y las acciones violentas no se detuvieron sino hasta altas horas de la noche practicamente por el agotamiento de los participantes.
Al día siguiente cuando por fin todo parecía en calma, un olor nauseabundo y penetrante comenzó a infiltrarse por entre cajones, percheros , maleteros y hasta los trajes lo percibieron. Todos esperaban encontrar el origen lanzando todo tipo de hipótesis. Algunos pensaron en un agente patógeno infeccioso provocado por cualquier fuerza oscura o un intruso escondido o talvez el cadaver de un calcetín descuartizado. Después de todo nada resultaría extraño. La revolución estaba por estallar de nuevo y esta vez la policía del armario tuvo que intervenir. Buscaron y buscaron por un largo rato en medio de un silencio sepulcral. El hallazo finalmente fue espeluznante. Una pareja de calcetines húmedos por el sudor, dormía plácidamente en un rincón del armario por evitarse la fatiga de ir a la lavadora.

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