Publica Tu Cuento: El plan

Nombre*:Ana María Zambrano González
Web Site (Opcional):https://www.instagram.com/anamariazambranogonzalez/
Género*:Policiaco
Título*:El plan
Cuento*:Aspiré el aire nocturno que brindaba el bosque junto a la carretera deseando que este pudiese calmar mis pensamientos, pero en este todavía se percibía el aroma del fuego y la ceniza que perduraba desde anoche, o tal vez sea cosa de mi cabeza.

Detuve mi auto en mitad de la carretera y bajé. Abrí la cajuela con renuencia.

Kaitlin salió de esta y me miró con claro resentimiento.

—Pudiste dejarme subir en los asientos traseros.

—Alguien te hubiera visto —respondí con sequedad mientras sacaba mi billetera y le tendía unos billetes que no tardó de arrebatarme de la mano.

—¿Esto es todo? ¡Tienes que tener más!

—Me atajaste cuando iba de compras. Te será suficiente para un boleto de autobús en la ciudad vecina.

—¡No puedo sobrevivir sólo con esto!

Intento mantener la calma pero Kaitlin parece no darse cuenta de la cuerda floja en la que me ha puesto.

—Al menos deberías agradecer que tenga algo que darte. La policía te sigue buscando por el incendio que causaste. ¿Sabes cuántos murieron en la fiesta? ¿Cuántos están en el hospital? ¿Siquiera te preocupas por ellos?

—¡No fue mi culpa! —se excusó antes de que siguiera hablando—. Sólo quería asustarlos. Es culpa de Sophie por no invitarme a su estúpida fiesta —no quería recordar a Sophie que estaba atada a una máquina para poder respirar—. ¡Tienes que ayudarme! ¡Eres mi amiga!

—Sabes… tienes un concepto muy extraño de amistad. Y lo he aguantado por mucho tiempo pero ya no —guardo mis manos en los bolsillos de mi chaqueta—. Vete y no vuelvas. Y por favor, aléjate del auto de mi mamá mientras doy de reversa.

Pude ver su cara transformarse, era lo más cercano que había visto a una bestia iracunda pero al menos las bestias actuaban por instinto, Kaitlin no. Llevó sus manos a su espalda donde sacó un cuchillo de cocina. Me paralicé ante el filo que brilló con las luces traseras.

—Dame las putas llaves.

—No me jodas... ¡Estás loca! No voy a darte nada —me respondió con una risa desquiciante ante la desesperación que sentía.

—No te estoy preguntando. ¡Dámelas! ¿Crees que me importa clavarte el cuchillo? —habló lanzando escupitajos a mi dirección—. Ya me buscan por asesinato, ¡ya estoy jodida! Así que un muerto más a la lista no me va a hacer mella.

—¿En serio piensas matarme y llevarte el auto de mi mamá para escapar?

—Puede ser, pero no voy a dejar que me arresten. Sabes, no me des las llaves. Prefiero no dejar testigos.

Empuñó el cuchillo en mi dirección y en ese momento pensé que ese sería el fin...

No pude evitar sonreír.

—Sabes Kaitlin, siempre se te ha olvidado una cosa… —saqué mis manos de los bolsillos y la apunté con la pistola de mi padre—. Que yo siempre fui la lista.

Antes de que pudiera irse sobre de mí disparé. El revolver casi salió de mis manos por la fuerza del disparo pero pude ver con claridad la bala entrar en su pecho antes de que cayera de nuevo en el interior de la cajuela por la fuerza del impacto, haciendo que la cajuela cayera sobre ella y ahora sus piernas eran lo único que asomaba.

Me arrodillé un momento en el pavimento y saqué mi teléfono. Tenía que controlarme un poco antes de realizar la llamada, sería muy extraño que alguien riera mientras relataba un crimen.

Sabía que Kaitlin vendría a mí tarde o temprano, la conocía perfectamente. Y aunque lo del cuchillo fue una sorpresa desagradable eso ayudaría a dar más peso a mi coartada. Con eso la policía no me hará demasiadas preguntas, relataré mi versión sobre cómo me atajó saliendo de casa y, aterrada por lo que pudiera hacerme, recordé que mi padre tenía su arma en la guantera. Me dejarán libre con mis padres escoltándome mientras el oficial en turno me dirá con unas palmadas en la espalda algo similar a: "No te sientas mal, eras tú o ella" o "Tu vida corría peligro, hiciste lo correcto".

Nadie se sentirá mal por la muerte de Kaitlin Martins, bueno, sus padres de seguro estarán devastados pero nadie más la extrañaría, nadie iría a su funeral y no habría lágrimas derramadas por su muerte.

Tal vez algunos me llamen héroe o quizás me feliciten por lo que hice. Sin embargo, me siento culpable porque… si hubiera ejecutado alguno de mis planes mucho antes muchas vidas se hubiesen salvado.

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