Publica Tu Cuento: EL EXPRESO DEL RECUERDO

Nombre*:JAVIER M. RODRÍGUEZ
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Género*:Drama
Título*:EL EXPRESO DEL RECUERDO
Cuento*:
El expreso iba a velocidad de la luz, entreverado en la gente pretendía lucir como una persona normal, llevando una gabardina, un sombrero y mis lentes para mi lectura habitual, de acuerdo a la meteorología el frio era un golpe a la salud, pero mi cuerpo iba a un clima reconfortante, eso no me provocaba alguna inquietud. Como en todos mis viajes pedí un chocolate caliente y por mi cuenta llevaba un libro que liquidaría mi lado paciente, me entretuve con Moliere encerrándome en su drama y para acompañar este deleite, una excelsa pieza de Henrico Albicastro para amortiguar la trama.

Un momento cauteloso lleno de sosiego y ya era rutinario verla tan hermosa y discreta por mi mente, aparecía de manera recurrente, regando el jardín de mi tranquilidad con su rocio de intenso apego. Mujer que ancló a regalarme vino en una copa de perentorias dudas, sin silueta y muda, pero yo le pude mirar cuando se sentía imperceptible, la encontraba perfecta e irrepetible, y así podía amarle, como una intensa sinfonía para un amante de las bellas artes.

Fue el pergamino en cual siempre quise situar mis manos, para encontrar sus montes, la frescura de sus acantilados. Sus cabellos eran mineralogía pura, y su vestidura la hacía una providente lucida en este sueño de locura. Pensaba en las noches a su lado y en el secreto ya de a poco sigiloso, sin titubear me hizo confesar la existencia de un ente alimentado de destrozos; sin decir nada se quedó, en las madrugadas repletas de las letras de Breton; el surrealismo de sus brazos rodeaban los míos, juntos hacíamos un cóctel de calor y pasión. La mujer perfecta y el tren volaba, el cielo negro se teñía de febril primavera, y los rieles se volvían enredaderas, mi jubilo moldeaba la materia y sin verle sentía el tacto de sus piernas, la soledad por la que me caracterizo no coexistía en esta escena.

Las letras de aquél libro no me libraron de su recuerdo, así que soñaba despierto en mis disparatados versos, su imagen emergía por los mares cristalinos y podía percibir la tierra en el viento con un respiro, su morena estirpe y sus ojos galácticos me hacían viajar sobre neutrinos. Ni un libro contemporáneo, ni un romance superficial de los nuevos senderos juveniles podía describir dicha sensación, este amor rebasaba los límites de la verdad y la imaginación. El chocolate deseaba surcar mis labios porque ahí su firma labial marcó el encanto. Le observe infinidad de veces, tantas como para asegurar que Dios sí existe, ella era una réplica a escala del universo porque su cuerpo era difícil de conocer, pero deseoso para indagar.

Me encantaba ser humano en esta pequeña parte de mi vida, la lucidez me inquietaba al sentir tan real cada mordida, desapareciendo de ella su lado tierno y sereno, para sacar su lado oscuro, voraz y sangriento. Mi cuerpo ardía, ella lo resistía, congelaba mis heridas. Deseaba beber, yo deseaba de su carne, el romance de las bestias y su único gendarme, luciérnaga astral cuidando de no despertarme, en el expreso del recuerdo, la noche comenzaba a dilatarse...

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