Publica Tu Cuento: Inocencia

Nombre*:Cristina B
Web Site (Opcional):octaedro1234@gmail.com
Género*:Microrrelato
Título*:Inocencia
Cuento*:Inocencia.
Mi mamá me puso el vestido de negrita que era blanco con lunares rojos y un gran volado. Me hizo dos trencitas que sujetó con alambre y una cinta roja para que me quedaran subiditas. También me colgó del brazo una canasta llena de pastelitos y me hizo gritar o pregonar, como ella me dijo, "pastelitos calientes para las viejas sin dientes".
-Hijita, hoy vas a actuar. ES una fecha muy importante y es tu primer acto patrio, entendés –me dijo al oído.
-¿Mamá qué tenés en la panza? – le pregunté mientras se agachaba con dificultad.
-En esta pancita llevo toda la leche que va a tomar tu hermanito cuando lo traiga la cigüeña.
La volví a mirar y me dio miedo tocarla. La leche que yo tomaba, la traía el lechero y la colocaba en una botella de vidrio verde oscuro que mi mamá guardaba en la heladera.
Todas las nenas parecían diferentes, mi amiga Ana tenía un largo vestido celeste con muchos adornos y un rodete gigante y una mantilla como la que nos ponían cuando íbamos el domingo a misa. Nilda estaba vestida de hombre. Sara llevaba un farol en la mano y lloraba despacito.
La maestra tenía los labios pintados de rojo y se había puesto una escarapela tan chiquita que casi desaparecía en su delantal.
Mi mamá me llevó al baño, me ayudó a hacer pis y me dijo que me pintaría un poquito. Poco a poco pude ver cómo mi carita pálida enmarcada en esas trencitas subidas se teñía de negro.
Tuve la sensación de desaparecer detrás de esa pintura que mi mamá me ponía después de soplar los corchos, que además quemaba con el encendedor de mi papá, que se había quedado afuera, sentado , esperando que su negrita saliera a vender. Eso me había dicho.
-No, mamá, no quiero ser negra - grité llorando y me solté de su mano. Casi nos caemos. Ella con su gran panza y yo con mi vestidito de negra.
-Pero Cristina, déjame que te pinte un poquito. Papá está esperando para sacarte una foto- exclamó mi mamá mientras la maestra le pedía que me hiciera callar.
Mi mamá esa noche del 25 de mayo no durmió en casa y a mí me dejaron con Doña Elisa, la vecina pampeana.
Todavía no entiendo por qué la cigüeña dejó a mi hermanito tan lejos, que tuvimos que ir en auto a buscar a mi mamá y a mi hermanito, hasta un lugar llamado Clínica.
A mi mamá le desapareció la leche de la panza. Mi hermanito llora y come todo el día y mi traje de negrita me lo voy a poner para ir a jugar a la casa de Ana. Ella no tiene una mamá que saca su pecho para darle de comer al bebé ni la pintaron de negra para actuar.

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