Publica Tu Cuento: Superhéroe

Nombre*:Marcelo Collazo
Web Site (Opcional):www.desdelasombrablog.com
Género*:Terror
Título*:Superhéroe
Cuento*:Tengo poderes. Y no piensen que es un gran beneficio tenerlos: pueden ser una carga, una responsabilidad, pero yo no lo siento así. A mí, por ahora, me sirven. Mantenerlo en secreto no cuesta mucho, sé que es uno de los requisitos indispensables de quien los tiene, hasta que llega el momento de mostrarlos al mundo.

Todo empezó hace un tiempo, en unos de esos días en los que volvía del colegio con algún moretón y la cabeza incendiada con las cosas feas que me decían mis compañeros. Pasaba de largo rápido para que mamá no me viera y me metía en el cuarto, no tenía ganas de que me preguntaran cómo me había ido porque a veces no podía fingir una sonrisa, sobre todo si el recuerdo de mis compañeros andaba por el rostro. Pero creo que se cansaron de preguntarme, de mis evasivas, o quizás ahora que lo pienso mis poderes ya estaban funcionando sin que yo me diera cuenta.

No señores, no era invisible, lo mío tenía otro estilo, era más sutil.

La cuestión fue más o menos así: un día volví furioso a casa, me habían molestado todo el día con mi pelo, con mi peso, con mi altura. Realmente estaba alterado y había juntado bronca, una furia negra que se prendía a mi tristeza y que me brotaba por todos lados. Y ahí sucedió. Al principio pensé que se había cortado la luz, pero no fue así. De mí brotó lo negro y lo tiñó todo. De pronto mi cama, la mesa de luz, el escritorio eran negros. El piso, las paredes, el techo, también. Hasta mis brazos y mi cara eran del negro más profundo que se puedan imaginar.

Lejos de asustarme me pareció maravilloso. Corrí al espejo y, en medio de la oscuridad, mis ojos tenían el brillo del negro más maligno que puedan imaginar. ¿Qué sucedía? no lo supe en ese momento, pero en medio de esa negrura que había brotado de mi cuerpo sentía alivio, protección, como una descarga de la furia contenida. Pero había un mundo allá afuera y tenía que ver qué pasaba con eso. Si mamá entraba en ese momento iba a pensar que me había mandado alguna macana. Y entró nomás, como si la hubiese llamado con el pensamiento. Me quedé quieto en medio de la habitación, paralizado, esperando el grito. Pero la segunda sorpresa llegó con la reacción de mi madre. Miró dentro de la habitación, pareció buscarme sin darse cuenta que estaba frente a sus ojos y gritó mi nombre pensando que estaba en el baño, o en algún otro lugar de la casa. Cerró como si nada diciendo que cuando quisiera comer algo me dejaba el plato preparado en el microondas. yo no entendía muy bien qué estaba pasando. Me senté en la cama y pensé. Pensé mucho. Me pregunté y no encontré respuestas. Cuando al fin con la calma volvieron los colores de todos los días, me fui a dormir sin probar bocado, pensando que todo eso era sólo mío, mi gran secreto.

El día siguiente ya no fue como cualquier otro día. Salí de casa pensando en la vuelta, en poder probar si todo aquello sólo había sido un sueño. Pero por alguna razón esa fue una jornada en la que todos mis compañeros estaban sumergidos en algo que los alejaba de mí. Todo era gris. De vez en cuando se daba ese milagro en la que todos parecían metidos dentro de un pozo que les perdía los ojos lejos y se olvidaban de mí. ¿Eran mis poderes? No lo creí en ese momento, porque todo sucedía en mi habitación. Y en esa mediocridad volví a casa triste como estaba el mundo, como el cielo y como las caras de todos, y todo fue gris en mi habitación. Obviamente mi madre no pudo verme. Y así empezó todo: cada vez que el mundo me golpeaba pensaba en un color y cuando volvía a mi refugio todo podía ser azul y otro día verde y otro amarillo intenso cuando pensaba en ella y me imaginaba que esa sonrisa había sido para mí, pero después volvía el negro con los golpes o con sus ojos que me hacían transparente (creo que ella también tenía poderes y nunca lo supo).

Hasta que un día, creo que hace poco, o hace años, no lo tengo muy claro, quedé en medio de todo, de los golpes, de los gritos, como si el mundo hubiese puesto rabioso conmigo. Entonces todo se tiñó de rojo, un rojo demasiado verdadero. Todo se desbordó. Me sentí poderoso pensando que podía pintarlo todo y llevar mis poderes más allá de mi cuarto. Pintar con mi hartazgo del mundo y que nadie me distinguiera detrás del rojo furioso. Fue el momento en que todo superhéroe desnuda sus poderes ante el mundo. Porque todo ese día desbordó mi cuarto, ahogó a mi madre en bermellón, rompió las ventanas y pintó la calle de púrpura, incluso a algunos de mis compañeros de colegio, a los que enceguecí con el rojo más violento que salía de mi y que hice brotar de sus cuerpos, a esos que ya no jugarían nunca más conmigo.

Y ahora estoy en este cuarto, solo. Ellos encontraron la forma de contrarrestar mis poderes. Me han estudiado y dieron con la formula aunque, de a ratos, puedo pintarlo todo del color que quiera en mi mundo secreto, sin que nadie se de cuenta. El negro seguirá siendo mi favorito, puedo esconderme en él y estoy seguro de que nadie me ve. A no ser que alguien quiera que vuelva a pintarlo todo de rojo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario